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Por fin la encontramos. Ha costado algunas semanas dar con la tipografía exacta que nos servirá para dar forma física a las historias de nuestros autores y autoras, pero ya la tenemos. Y los libros de Adel Editores, aunque todavía sea en forma de modelos, patrones o pruebas, comienzan a tomar cuerpo.
Elegir una tipografía al azar no era una opción: en esta casa defendemos que todo comunica, que cada elección se pone al servicio de nuestro proyecto. Por eso, queríamos que la letra —herramienta indispensable— nos ayudara a contar lo que desde el principio hemos pretendido.
Necesitábamos que tuviera historia y, a la vez, que su aparición hubiera supuesto una pequeña revolución dentro del sector. Y, por supuesto, que fuera legible, que acompañara al tono estético de nuestra propuesta y que nos resultara cómoda a la hora de trabajar en las maquetas.
Con su raíz en el siglo XVIII, la definitiva ha sido una letra que ha acompañado a decenas de editores a lo largo de los últimos doscientos años. Y estamos felices de ver que, al trabajar con ella, se van cumpliendo todas nuestras expectativas.
Ya estamos en julio. Queda menos de medio año para que podamos anunciar los primeros títulos de nuestras colecciones. Y haber dado con La letra ha sido un gran impulso para ese otro trabajo que camina, en paralelo, con la lectura de manuscritos y el trabajo con sus creadores sobre los mismos.
Queda mucho por hacer: visitas a la imprenta, elecciones de materiales, diseños de cubiertas… pero consideramos que Adel Editores ya ha encontrado uno de sus rasgos más definitorios e importantes: ese vehículo que transportará las historias desde los manuscritos hasta las páginas que los lectores sostendrán entre las manos.
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